Si algo puede salir mal, saldrá mal

La esperanza de que ésta o aquella pieza de nuestro equipo no falle, o de que alguna condición adversa, pero posible, no se de, es en realidad nuestra enemiga.
Asumir que no se producirán condiciones adversas y aceptar seguir adelante, a pesar de tener claro que de producirse no podremos afrontarlas con un nivel mínimo aceptable de seguridad, es en cierta manera un juego de azar.

Debemos transformar los imprevistos en eventos indeseables pero que sabemos se pueden producir (los estamos previendo, aunque no siempre previniendo). Al menos aquellos que no posean una ínfima probabilidad de ocurrencia.